Entrevistas:
Colaboraciones:
Cuentos:
Textos:
Poemas mohosos:
Videos:
La obsolescencia programada es una tecnología capitalista que incentiva y acelera el consumo, no sólo de objetos sino también de medicamentos, alimentos, software, llegando incluso a programar la obsolescencia biológica -compañías como Monsanto diseñan semillas genéticamente alteradas que se vuelven estériles e inútiles una vez que han dado la primera cosecha. En cambio, e irónicamente, la obsolescencia de los cuerpos -la muerte- que no ha sido ni diseñada ni programada, es considerada por el capitalismo como una condición a superar o, al menos, a postergar.
La vejez en el mundo occidental se convierte en una enfermedad y así surge un amplio nicho de mercado. El deterioro físico, la debilidad, la decadencia de los cuerpos, se consideran en nuestra cultura síntomas terribles y temibles que nos avergüenzan, y por lo tanto hay que ocultar, controlar o eliminar a través de tratamientos, operaciones, productos y estilos de vida. El transhumanismo va un paso más allá y, en su afán por superar las limitaciones humanas fundamentales, considera la inmortalidad un objetivo hacia el cual deben dirigirse los esfuerzos de la ciencia y la tecnología. Esta idea, muy cuestionada desde puntos de vista éticos, es ya una realidad para muchas empresas de Silicon Valley. Jeff Bezos, fundador de Amazon, es el último de los magnates en apuntarse a la búsqueda de la inmortalidad: concretamente, poniendo dinero a través de Bezos Expeditions, su fondo de inversión, en Unity Biotechnology, la empresa que investiga cómo frenar potencialmente, detener o incluso revertir enfermedades asociadas al envejecimiento mientras se restaura la salud humana.
Las religiones dominantes, por su parte, y aunque en nuestro contexto europeo pierden cada vez más poder de ordenamiento de la vida ante otras instituciones supranacionales como la científica, se caracterizan por haber asentado las bases de los protocolos de gestión de la muerte que hoy en día siguen organizando nuestras emociones, imaginarios, procesos administrativos de duelo y necroarquitecturas. La institución científica, en nombre de la seguridad y la salubridad, ha añadido condiciones o modificado estos protocolos para consolidar lo que generalmente se entiende por muerte y mortificación dignas y ha relegado jerárquica e históricamente a la visión espiritual y el simbolismo que la rodean.
Según estas premisas, la manera en que este sistema de pensamiento hegemónico y normalizador occidental entiende la muerte, obsolescencia definitiva del cuerpo, equivale al fin, al fracaso, a la desgracia, a la nada; y la vida, en contraposición a ella, como el movimiento, la esencia, la presencia, el sentido, el todo a lo que amarrarse. Esta comprensión de la muerte, que se asienta en los principios y desarrollos de la razón cartesiana, el binarismo ontológico y el ego antropocéntrico, beneficia al actual sistema socio-económico en el que vivimos que, para mantenerse fuerte, anula todas las posibles disyuntivas que plantean otros saberes, devenires experienciales e interlocuciones con la muerte.
La ansiedad por el fin de la vida está ampliamente extendida en nuestra sociedad. Sin embargo y paradójicamente, la muerte es en nuestra cultura un tabú, algo que nos incomoda y que no queremos mirar de frente. Tratamos de remediar el vacío existencial y el miedo que provoca esta ignorancia a través del consumo. El miedo a la muerte es, sin lugar a dudas, un potente aliado para el capitalismo consumista. Vivimos como si nunca fuéramos a morir hasta que algo malo sucede en nuestras vidas -un amigo con cáncer, un familiar que ya no puede valerse por sí mismo- entonces nos damos cuenta de lo solxs que estamos en este viaje.
Morir guay es una investigación viva, diversa en cuanto a lenguajes y perspectivas críticas, en torno a los discursos imperantes sobre la muerte y la obsolescencia de los cuerpos -cuerpos viejos, que ya no son útiles. Queremos recuperar voces que nos hablen de otros modelos cosmológicos y ritos de relación con esta transformación y explorar maneras desde las que, donde estamos, queremos vivirla. Morir guay no se centra en la dicotomía ciencia/espiritualidad, sino en la búsqueda y recopilación de narrativas contrahegemónicas, sistemas complejos de comprensión de esta aparente dualidad vida/muerte: la muerte más allá de lo humano, la transformación continua de lo matérico, la vida o muerte de lo que no es matérico, la reencarnación, las relaciones interespecie, el cuestionamiento de los inicios y los fines, otros ritos y protocolos de gestión de la muerte, la obsolescencia biológica, etc. Por otro lado, el feminismo interseccional nos brinda herramientas para comprender desde una perspectiva crítica la actual crisis de envejecimiento de la población, en la que los países del norte global externalizan las tareas de cuidado a las mujeres migradas del sur global. Nos gustaría que este proyecto pudiera servir también para visibilizar otras estructuras de cuidados, y para especular sobre un futuro deseable y anticolonial para nuestra propia senectud.
Las cuatro integrantes de DU-DA desarrollaremos una investigación personal e interrelacionada a través de cuatro líneas de trabajo:
La investigación será documentada y publicada a través de un fanzine de Marti Culiz.
Entrevistas:
Colaboraciones:
Cuentos:
Textos:
Poemas mohosos:
Videos: