Everything Gardens es un principio de la permacultura que se refiere a la idea de cómo en la naturaleza cada ser, elemento o sistema interactúa con su entorno y lo modifica o influencia de alguna forma. Es decir, todo afecta a todo. Todo moldea su medio ambiente, todo ‘hace jardín’. Un insecto que poliniza, el viento que dispersa semillas, una planta que libera nutrientes al suelo o el hongo que descompone materia.
Lo mismo ocurre en una institución, donde no hay decisiones neutrales ni elementos aislados, donde cualquier cambio o elección, por pequeño que sea, afecta, inevitablemente, a les demás. Por eso pensamos la institución como un ecosistema. Tal y como lo definió Rudolf Steiner, una ‘comunidad de organismos vivos en conjunción con los componentes no vivos de su entorno, que interactúan como un sistema’. Las personas que trabajamos en el centro, el mobiliario, los insectos, las plantas o el sistema de alarma: todes estamos interconectades y nos afectamos. Entendernos como seres interdependientes en un planeta con recursos finitos nos ayuda a tomar conciencia sobre el impacto que tienen nuestras acciones y sobre cómo nos relacionamos con nuestro entorno.
Para ayudarnos a poner en práctica esta corresponsabilidad hemos delineado unas zonas de cultivo que son el marco de pensamiento, de valores e intenciones que nutre y da forma a todo lo que sucede en la Escocesa. La tierra fértil de la que nacen las actividades públicas, pero también el suelo que nos marca camino y dirección en caso de dudas, conflictos o desorientación. Estas zonas están vivas, entre ellas se generan interacciones y a veces sus raíces se expanden y confunden. Sentimos que tras el periodo de barbecho, el terreno se ha oxigenado, removido y abonado. Hemos podido plantar algunas semillas, pero seguimos trabajando desde la escucha activa y el constante diálogo con el entorno, con la voluntad de acortar la distancia entre el decir y el hacer, asumiendo el riesgo de cometer errores y la voluntad de aprender de ellos.
Estas zonas de cultivo son compromisos para con nosotres y nuestro contexto. Son procesos de análisis y trabajo a largo plazo: formaciones internas, grupos de trabajo, protocolos y prototipos. Son haceres y sentires que se convierten en praxis y que en muchos casos no son traducibles a palabras. Durante estos meses trabajaremos en la redacción de un manual interseccional que tiene la intención de estructurar y visibilizar la gobernanza, los valores, la ética y las formas de hacer de La Escocesa.
¿Cómo incorporamos herramientas de las justicias restaurativas y transformativas y de la responsabilidad colectiva en la resolución de nuestros conflictos?
Entendemos que los feminismos son plurales, complejos y a veces contradictorios, y se sitúan en la intersección y en la búsqueda de alianzas con el anti-capacitismo, el ecologismo, la lucha de clases y el antirracismo. Durante el 2024 trabajaremos en la revisión del actual protocolo feminista de La Escocesa desde una mirada interseccional y de diversidad sexual y de género.
¿Cómo puede una institución cultural atender la salud de cuerpos diversos?
Esta zona de cultivo quiere cuidar del bienestar de los cuerpos desde el propio cuestionamiento de las lógicas hegemónicas que marcan los límites entre salud y enfermedad. Busca poner los cuerpos en el centro, atendiendo a la diversidad de los mismos y entendiendo que no existe una única forma de comunicarnos, de movernos y de relacionarnos.
¿Cómo se pueden aplicar criterios de sostenibilidad y justicia climática dentro de la institución artística?
Entendemos que es nuestra responsabilidad no solo minimizar la huella ecológica si no trabajar en la transición hacia sistemas y relaciones no extractivistas y que incluyan formas de reparación. Asimismo, tratamos de considerar el impacto ambiental de las actividades artísticas y eventos planificados, optando por opciones más sostenibles en términos de transporte, logística y suministros. Dentro de este marco de transición ecosistémica, también intentamos distribuir los recursos en iniciativas y proyectos que promuevan la sostenibilidad, la justicia climática y la biodiversidad.
¿Cómo puede una institución blanca como La Escocesa ser antirracista?
El racismo es un problema arraigado en nuestra sociedad, en nuestras instituciones y sistemas, incluido el ámbito artístico, y que no siempre es visible. Abordarlo implica reconocer y desafiar las desigualdades y prejuicios, así como promover la equidad y la diversidad, pero para ello debemos empezar por examinar críticamente políticas, prácticas y privilegios que operan dentro de la propia institución. Comprender y desmantelar el entramado de racismo estructural del que hacemos parte es nuestra responsabilidad, así como apoyar proyectos y prácticas que trabajan desde el antirracismo.
¿Cómo podemos abrir el código de gobernanza la Escocesa para que pueda ser replicado por otros colectivos e instituciones?
El modelo de gobernanza de la Escocesa dista mucho de las estructuras más jerárquicas y rígidas que suelen regir los centros culturales y de arte contemporáneo. Ante la clara falta de referencias de proyectos institucionales en el ámbito de la cultura que pongan en práctica una gestión comunitaria real y sabiendo que este modelo ha sido delineado y puesto en marcha con éxito durante una década y que conforma un claro ejemplo de cómo la cultura puede ser gestionada de manera colectiva, queremos trabajar para visibilizar este modelo.