Casa de semillas es un proyecto de La Escocesa que busca, por un lado, recuperar, preservar y difundir la diversidad vegetal del barrio, y por otro lado, crear nuevas condiciones para la difusión e intercambio del conocimiento vinculado al cuidado de las plantas y las personas, de hacer red a través de las semillas. Es un proyecto que recuerda al Poblenou de un pasado no tan lejano, donde ver filas de las tomateras en los campos autogestionados era algo habitual. ¿Dónde estarán sus semillas? ¿Dónde siembran y cultivan ahora las personas del barrio?
Cada intercambio de semillas es a la vez un intercambio de saberes, de conocimientos que traemos desde nuestros territorios de origen y los de nuestros ancestros. Guardar las semillas y sembrarlas es preservar la diversidad genética vegetal pero no sólo. Es a la vez preservar la cultura y las costumbres humanas que están inseparablemente relacionadas con la vida y el desarrollo de las plantas. Es también un acto de resistencia sensible y poderoso a la opresión y la violencia del sistema extractivista colonial y capitalista.
Las semillas a menudo hacen, como dice María Sánchez, despertar el vínculo a través de una sinapsis que se creía dormida1. Sembrar y conservar las semillas no solo mantiene el ciclo vital de las plantas; con ello se crea un semillero de saberes no hegemónicos, colectivos, rebeldes, un semillero de sanación individual y colectiva, de ayuda mutua, de soberanía alimentaria accesible y libre.
El saber está por igual en la semilla misma. Este diminuto ser es un portador de la memoria de la planta de la que proviene, de la tierra que le alimentó, del clima que le vió nacer. Por eso en cada sobre dónde guardamos las semillas apuntamos el lugar y el tiempo de su recolección. En la Casa de semillas apostamos por las semillas ecológicas libres de propiedad intelectual y no patentadas. Por las semillas no híbridas que dan frutos diversos, de diferentes rasgos, difíciles de clasificar y por ello más resilientes. Promovemos las variedades locales, tanto de la Península Ibérica, como de otras zonas que son locales para nosotres. Preservamos y difundimos también las plantas espontáneas de nuestro entorno: ruderales, arvenses, cuyo uso y propiedades han sido despreciadas y gradualmente olvidados como una de las estrategías del sistema capitalista y patriarcal que considera como peligroso todo lo que no controla y no puede monetizar.
El nombre "casa" no es casual: creemos que es necesario y urgente revisar el vocabulario que describe y moldea el mundo que co-habitamos. Entendemos la casa como un lugar de donde salimos para dar el primer paso a un terreno desconocido y a la vez queremos que sea un lugar de acogida y cuidado.
Desde la Casa de semillas creemos que las prácticas de intercambiar, sembrar y recoger las semillas son parte de cultivar el futuro necesariamente múltiple, donde la resiliencia se crea gracias a las diversidades y la colaboración.
1 María Sánchez. (2020). Almáciga: Un vivero de palabras de nuestro medio rural. GeoPlaneta: Barcelona